Partimos de lo especifico para llegar a un todo, el ser.
Desde el detalle emprendemos un viaje, sin prisas, sin noción del tiempo.
Contemplamos sin mied a la incomprensión, sin temor a lo desconocido.
¿De verdad sabemos algo?
La luz es caprichosa en sus recorridos, no modifica el objeto, pero sí su apreciación.
Tiene sus tonos y sus ausencias.
Es una de nuestras compañeras en este trayecto.
La poética nos acompaña y es amiga de lo inexplicable.
Ella no aspira a comprender y le importan más las vivencias del camino, que llegar a una meta.
Para este recorrido no hay que temer el silencio, ni la desconexión ni el reencuentro con uno mismo.
Reconociéndonos a ratos, aunque tal vez, cada vez menos.
Desde el silencio, la contemplación y el amor, emprendemos un gran viaje,
hacia el conocimiento de un ser entrañable llamado Renato: